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Protege tus ojos de la nieve

La nieve refleja el 80% de la luz solar y cada mil metros de altitud aumenta un 10% la radiación ultravioleta.

Aunque normalmente asociamos las gafas de sol con el verano, debemos recordar que la nieve fresca refleja cerca del 80 por ciento de la luz solar, mientras que la arena lo hace entre un 10 y un 25 por ciento. Además, la proporción de rayos ultravioleta en la luz solar aumenta un 10 por ciento cada mil metros de altitud. Teniendo en cuenta que en la montaña hay menos contaminación y partículas en suspensión, los efectos de la radiación ultravioleta son mucho mayores que en las ciudades.
La radiación ultravioleta puede provocar dolor de cabeza, conjuntivitis o fotofobias, y sus efectos son acumulativos, por lo que tal vez solo se pongan de manifiesto con el paso de los años. Si, en el día a día, resulta fundamental utilizar la protección ocular adecuada, en la nieve cobra una importancia mucho mayor, pues los riesgos para nuestra salud visual también se multiplican.

¿Cómo elegir las gafas?

Asegúrate de que el filtro solar de las lentes sea de categoría 3 o 4, ya que lo ideal es que absorban al menos el 95 por ciento de la radiación ultravioleta.
Presta atención a la visión periférica. Los nuevos estilos de gafas con formas menos voluminosas se ajustan mejor a los cascos que las lentes tradicionales, que son más grandes, pero hay que asegurarse de que proporcionan suficiente visión periférica y que evitan la distorsión lateral.

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Las gafas deben ajustarse correctamente, para los deportes de invierno suelen sujetarse con una cinta regulable con la finalidad de que se mantengan bien sujetas.
Escoge gafas resistentes a los impactos. La mayoría de los modelos especiales para la nieve cuentan con lentes de policarbonato, un material muy resistente. Además, cuanto más flexible sean la montura y la lente, menos probabilidades hay de que se rompan o desajusten con el frío.


El color de las lentes

Las lentes amarillas, ámbar y doradas son adecuadas para los días oscuros o con niebla, ya que filtran la luz azul. Así ayudan a ver mejor los desniveles del terreno.
Las lentes rosas mejoran el contraste, por lo que también son excelentes en días grises.
Las lentes de colores oscuros, especialmente los verdes y marrones, funcionan mejor en entornos con mucha luz, aportando comodidad de visión.

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Las lentes polarizadas reducen el deslumbramiento de la luz solar, lo que resulta muy útil en las pendientes en los días de cielo despejado, aunque no tanto en las últimas horas del día, cuando se proyectan sombras más alargadas.

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Las lentes de espejo mejoran la eficacia de las coloreadas al reflejar la luz de sol, haciendo que no penetren en la lente.

 

 

Las lentes sin ningún tinte de color son las más adecuadas para esquiar por la noche.

 

¿Por qué llevar protección?
El reflejo del sol en la nieve es más brillante e intenso.
A gran altitud, la atmósfera es más delgada y filtra menos radiación ultravioleta. Además, la luz en la nieve provoca un efecto multiplicador de la radiación.
El viento puede hacer que los ojos se vuelvan llorosos y entorpecer la visión.
En la alta montaña, las partículas en suspensión, como los microcristales de hielo, se pueden proyectar contra la córnea, ocasionando lagrimeo.
Las ramitas pueden golpear los ojos cuando se desprenden de los árboles.
El viento nos impide ver con normalidad, obligándonos a cerrar los ojos constantemente.

 

 

 

 

Parte del articulo sustraído de FUNSAVI.